Aunque está más que confirmada la omnipresencia de Internet en nuestras vidas, es normal no haberse habituado todavía a sus hábitos y tendencias. Es un ambiente relativamente nuevo, sobre todo para quien no ha tenido contacto educacional con las herramientas online.
Aquí os dejamos algunos errores clásicos que cometen las empresas al comunicar en el medio online, y algunos consejos para remediarlos:
- No tener una estrategia en Internet. El primer y más básico fallo garrafal en una empresa es no saber qué es lo que quiere en lo que a su márketing online se refiere. Como se suele decir, en Internet queda todo grabado y nada se borra, así que el más mínimo fallo o incongruencia puede ser tu peor enemigo. Con un plan de contenidos y una estrategia bien elaborada, puedes ahorrarte estos problemas ya demás tener muchas más efectividad.
- Pensar que tener una web es suficiente. No lo es. Una web es una ventana a tus potenciales clientes, un lugar donde los usuarios deben saber orientarse fácilmente y donde les llegue el mensaje que quieras inculcar en ellos. Claros, concisos y directos. Y, por supuesto, una web hay que mantenerla y actualizarla, porque de lo contrario se convierte en un cementerio online en el que la imagen que das de tu empresa es muy deficiente. Hay que tomarse en serio la web corporativa.
- No estar presente en las redes sociales. Hay quien piensa que con una web es suficiente, que ya has cubierto la cuota de presencia online. ¡Pues no! Las redes sociales se han vuelto las zonas más influyentes y transitadas del mundo online. No puede concebirse un negocio hoy en día sin una presencia, aunque sea mínima, en lugares como Facebook, Twitter, Instagram o Youtube.
- Estar presente en las redes sociales… pero mal. Si hay algo casi peor que no colocar a tu empresa en las redes sociales, es hacerlo de una forma poco acertada. Las redes sociales son un nido de comentarios, entre los que predominan los haters, por lo que cualquier comentario será mirado con lupa. Tu presencia en redes sociales puede tener dos fallos garrafales: en primer lugar, no controlar lo que se dice y cómo se dice para que no se contradiga con la misión, visión y valores de la empresa, y en segundo lugar, crear las cuentas pero no mantenerlas ni actualizarlas, de forma que quien te visite sólo sea capaz de ver un tuit de hace tres años. Una imagen lamentable.
- Querer vender una marca sin saber lo que representa. Para transmitir lo que somos hay que saber qué somos exactamente. Hay empresas que lo tiene claro, y otras no tanto. Para esas segundas, recomendamos una profunda reflexión sobre los objetivos y la filosofía de la empresa, porque es de eso de lo que se trata el márketing online. Hay cierta tendencia a externalizar la comunicación, y encargar las redes sociales y la web a un community manager que nada tiene que ver con la empresa. Esto puede ser más perjudicial de lo que parece, pues puede no haber entendido qué es la empresa a la que está representando ante millones de usuarios.
- No conocer las mejores herramientas. Hay que saber dónde nos movemos para saber qué es lo mejor para nosotros. Internet es una fuente inagotable de herramientas y recursos para potenciar, mejorar e implementar nuestro negocio, pero hay que conocer bien qué es mejor para cada objetivo concreto. Esto sólo puede saberse con experiencia, que puede conseguirse trabajando en ello con delegando la tarea en expertos de confianza en el apasionante mundo del márketing online.
- Si se conocen las herramientas, no saber aprovechar todas sus posibilidades. En relación con el punto anterior, está bien conocer las herramientas, pero hay que saber utilizarlas. Hay que saber que recursos como los anuncios en Adwords o Facebook pueden duplicar la incidencia en nuestro negocio.
- Ser demasiado formales. La formalidad no es un valor positivo en Internet. Tampoco lo es la seriedad. Lo cierto es que el usuario medio es alguien que huye de los formalismos y que, muy al contrario, está abierto a ser convencido a través de una estrategia moderna, simpática, divertida y, sobre todo, atractiva. Es por eso que las formalidades es mejor dejarlas para otro momento, porque en el márketing online, la simpatía manda.
- Escribir para uno mismo y no para el cliente. Siempre, y es la regla número uno de cualquier empresa, hay que pensar en el cliente. Esta máxima no varía en el ambiente de la publicidad y comunicación online, sino que se vuelve más fuerte. Si compartimos por redes sociales cosas que sólo nos interesan a nosotros, si nuestra web y nuestra publicidad sólo está pensada para los intereses que nosotros podamos pensar en alcanzar, estaremos fallando estrepitosamente. Hay que saber qué quiere el usuario, cómo lo quiere y cuándo. Sólo así conseguiremos ser eficaces.
Más errores la próxima semana en la segunda parte de este artículo.